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Marjabakum!

La muñeca de trapo

La muñeca de trapo Un día Andrea trajo a casa su nueva adquisición. Era una bola de cristal hermosísima, con una muñeca que parecía de trapo dentro. Cuando le daban cuerda sonaba una dulce melodía y al darle la vuelta, una lluvia de nieve de colores se arremolinaba en torno a la figurita. La colocaron en una estantería junto con otras bolas de cristal y una caja de música esmaltada.
La primera noche que pasó la muñeca en la estantería se sentía triste porque la habían separado del resto de sus compañeras, y así sollozaba en silencio. Entonces reparó en una bola cercana. Era mayor que las demás y en su interior se veía un castillo encantado, pronto se daría cuenta de que cuando Marta se acostaba, las pequeñas luces de los ventanales se encendían. Intentando ver a través de ellos la sorprendió una voz femenina. Era dulce y cándida, y provenía de la cajita de música. La muñeca quedó admirada al ver a la simpática bailarina que hacía equilibrios sobre sus puntillas. No tardaron en hacerse amigas. Sin embargo la muñeca era muy curiosa y siempre oteaba a través de las ventanitas del castillo. Esperaba cada noche que llegara la hora en que Andrea se acostaba para presenciar el espectáculo. Había oído lo que las habitantes de otras bolas contaban sobre la leyenda del castillo, que en su interior vivía un mago muy poderoso y que embrujaba a quienes entraban por la puerta. Sin embargo la curiosidad de la muñeca era mayor a sus propios miedos. Una noche del castillo surgió una melodía, una canción que a la muñeca le resultaba extrañamente conocida y, embobada por tan familiares acordes, se aventuró a seguir las notas... cuando se dio cuenta apareció en el salón del castillo. Nadie sabe qué pasó ni tampoco el porqué... pero lo cierto es que la muñeca antes de trapo, se había vuelto de la más delicada porcelana. Las demás bolas rabiaron de envidia, pero la nueva muñeca se veía más bonita que nunca, por eso las demás le dieron de lado. Sólo la bailarina permaneció con ella, hablaban y reían cada noche. La muñeca se sentía feliz y arropada. Sin embargo la felicidad no es eterna, y durante varias noches se oyeron diferentes músicas parecidas a las que un día atrajeron a la muñeca. La blanca porcelana palidecía cada vez más en su rostro. Sabía pero no quería atender a razones. Dudaba, pero temía preguntar. Preocupada, la bailarina trató de consolarla, y la animaba en secreto. Hasta que un día, ésta que llevaba mucho más tiempo allí que la muñeca y sabía de todos los secretos de la estantería, cansada ya de la tristeza de su amiga le hizo ver la realidad. La muñeca desesperada intentó en vano romper el cristal que la atrapaba, pero sólo consiguió arremolinar la nieve enturbiando el agua. Se veía eternamente en esa estantería teniendo que escuchar la música que un día le pareció celestial, pero que ahora resonaba en su vidrio grotescamente. Así que ideó un plan, para ello pidió ayuda a su amiga y ésta aceptó. La maquinaria de la cajita de música vibraba al ponerse en marcha, y eso junto con los impulsos de la muñeca de porcelana ayudarían a su bola a saltar al vacío, la bailarina sólo aceptó después de que la muñeca mintiera y le dijera que su bola no era de cristal, sino de plástico y que sobreviviría al golpe. Así que una noche, después de que la muñeca escuchara por última vez el recital esperado, y se apagaran las luces del castillo, se puso el plan en marcha... nunca antes sonaron con semejante compás una caja de música y una bola de cristal, una melodía agridulce, escalofriante y bella, preludio del estallido final.
Andrea no podía entender como la bola había caído de la balda, con sumo cuidado recogió los trocitos de cristal y barrió las motitas de nieve sintética. Y se admiró de ver que la muñeca no había sufrido ningún daño. La bailarina confundida le preguntó desde la estantería cómo había podido salir ilesa del golpe a esa altura, a lo que la muñeca le respondió – ¿Tú me preguntas el por qué? Porque siempre fui de trapo.

5 comentarios

Marta -

¡¡¡Que historia más bonita!!!

la hora de las brujas -

Hola Turandot!la curiosidad muchas veces supera a los miedos...Me ha encantado tu historia, no he podido parar de sonreir mientras la leía.
Un abrazo

imma -

Yo siempre supe que la muñeca siempre había sido de trapo :)

Raquel -

Prelistada en el directorio de Bitacoras.com :)

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