En el sofá
Llegamos a su departamento. La verdad es que el amanecer valió la pena.¡Qué espectáculo!. Creo que me acostumbraré a que todos los momentos que viva con ella serán espectaculares.
Dejó las llaves sobre el secreter, tomó mi mano y me sentó a su lado en el sofá mas grande. Tan cómodo, tan suave, aunque nunca tanto como su piel. Ella empezó con los ojos cerrados a hacerme cariño en el pelo, cada cariño me relajaba más, la manera de tocarme como si fuese una pieza fina de colección, me hace sentir en las nubes. Aproveché para cerrar los ojos y dejarme llevar. Ella puso su cabeza en mi hombro y empecé a sentir su respiración cerca de mi oído, una invitación a que la acariciara. Despacito me fui acercando a su rostro hasta que terminé por besarla.
¡Qué labios! Dios mío, gracias por esta mujer. Quién iba a pensar que me la merecía.
De a poco fui besándola por toda su cara, su nariz, sus oídos, sus ojos. Era dulce como el almíbar, podría estar tocándola toda la noche, o toda la mañana, pues el sol ya se había puesto sobre nuestra ventana. Me levanté y cerré las cortinas, esta oportunidad no la iba dejar pasar. Ella desde el sofá me estaba observando, me acerqué, la miré fijamente, y me dejé caer sobre ella. Poco a poco la temperatura iba subiendo y nuestras respiraciones también, no nos decíamos nada...... se podía escuchar como los latidos de nuestros corazones se aceleraban. Con suma dulzura empezó a desabrochar los botones de mi camisa, la piel se me puso de gallina, pero sólo me dejaba querer. Empezó a besarme en el pecho, me sentía imponente. Nos fuimos sacando la ropa lentamente, entre besos y caricias. Cada vez más apasionadas. El sofá nos quedaba pequeño así que boté todo lo que había encima de las mesas de centro en un acto de desesperación, la tomé en mis brazos, y la recosté sobre ellas. Me quedé un instante de pie, mirando tal belleza. Creo que la sonrisa no me cabía en el rostro. El solo pensar que seria mía una vez más y para siempre me daba un fuerza interior impresionante, por eso la tomé de la cintura... y la hice mía.
Después de amarnos hasta la extenuación, nos levantamos y nos fuimos abrazados a su pieza. Ella se metió en el baño y yo me senté en el borde de su cama a esperarla. No me atrevía a decirle que me tenia que ir, pero así todo la esperé. Ella salió envuelta en una bata blanca. ¡ Cómo se veía! Con su pelo mojado... y yo que ya sabía que venía debajo de esa capa... me volvió loco. Se sentó en mis piernas y me pidió que me quedara con ella. La levanté y la subí a la cama. Me recosté a su lado y cerramos los ojos mientras la abrazaba. Así pasó la mañana, y no sé si fue en sueño o no. Pero juraría que me dijo Te amo. No importa, sea como sea, yo de ella ya me he enamorado.
-- Escrito por Mikel --
Dejó las llaves sobre el secreter, tomó mi mano y me sentó a su lado en el sofá mas grande. Tan cómodo, tan suave, aunque nunca tanto como su piel. Ella empezó con los ojos cerrados a hacerme cariño en el pelo, cada cariño me relajaba más, la manera de tocarme como si fuese una pieza fina de colección, me hace sentir en las nubes. Aproveché para cerrar los ojos y dejarme llevar. Ella puso su cabeza en mi hombro y empecé a sentir su respiración cerca de mi oído, una invitación a que la acariciara. Despacito me fui acercando a su rostro hasta que terminé por besarla.
¡Qué labios! Dios mío, gracias por esta mujer. Quién iba a pensar que me la merecía.
De a poco fui besándola por toda su cara, su nariz, sus oídos, sus ojos. Era dulce como el almíbar, podría estar tocándola toda la noche, o toda la mañana, pues el sol ya se había puesto sobre nuestra ventana. Me levanté y cerré las cortinas, esta oportunidad no la iba dejar pasar. Ella desde el sofá me estaba observando, me acerqué, la miré fijamente, y me dejé caer sobre ella. Poco a poco la temperatura iba subiendo y nuestras respiraciones también, no nos decíamos nada...... se podía escuchar como los latidos de nuestros corazones se aceleraban. Con suma dulzura empezó a desabrochar los botones de mi camisa, la piel se me puso de gallina, pero sólo me dejaba querer. Empezó a besarme en el pecho, me sentía imponente. Nos fuimos sacando la ropa lentamente, entre besos y caricias. Cada vez más apasionadas. El sofá nos quedaba pequeño así que boté todo lo que había encima de las mesas de centro en un acto de desesperación, la tomé en mis brazos, y la recosté sobre ellas. Me quedé un instante de pie, mirando tal belleza. Creo que la sonrisa no me cabía en el rostro. El solo pensar que seria mía una vez más y para siempre me daba un fuerza interior impresionante, por eso la tomé de la cintura... y la hice mía.
Después de amarnos hasta la extenuación, nos levantamos y nos fuimos abrazados a su pieza. Ella se metió en el baño y yo me senté en el borde de su cama a esperarla. No me atrevía a decirle que me tenia que ir, pero así todo la esperé. Ella salió envuelta en una bata blanca. ¡ Cómo se veía! Con su pelo mojado... y yo que ya sabía que venía debajo de esa capa... me volvió loco. Se sentó en mis piernas y me pidió que me quedara con ella. La levanté y la subí a la cama. Me recosté a su lado y cerramos los ojos mientras la abrazaba. Así pasó la mañana, y no sé si fue en sueño o no. Pero juraría que me dijo Te amo. No importa, sea como sea, yo de ella ya me he enamorado.
-- Escrito por Mikel --
8 comentarios
GothicMoon -
Mikel -
Besotes
Mikel
Marta -
Me alegro que esa historia tenga para rato :)
Ahora, pregunto yo... Imaginación o realidad?
imma -
Mikel -
Muchas gracias, la verdad soy nuevo en esto, pero... espera que esta historia tiene para rato.
Turandot -
la hora de las brujas -
Besos!!!
Marta -